Screw the rules, I eat people! [Pasado]

- La Banlist me pela la verga, puto. Ya déjate de hablar mierda y juega. 

"Kaibalandia", una de las más concurridas tiendas de hobby y cartas coleccionables en la zona centro de la ciudad, albergaba, como era de costumbre los sábados por la tarde, una agitada discusión entre varios de los clientes habituales, arremolinados en torno a la hilera principal de mesas del pabellón central, aquella que se destina a la realización de torneos y partidas promocionales, repleta en aquellos instantes de cartas, tableros y álbumes de Yu-Gi-Oh!, los cuales eran incesantemente manipulados por el tumulto de jugadores e intercambiadores.

- Pero es que tú no entiendes, viejúh... - Un muchacho en sus veintitantos, algo rechoncho y poco agraciado físicamente, interrumpía la partida al comienzo de su turno para predicarle al chico alto y de piel morena frente a él empleando su habitual tono de voz arrastrado y acentuado en todos los lugares incorrectos, que unido a su voz levemente aflautada solía causar una reacción desagradable en quien le escuchara. - No, lo que tu no entiendes es la grandeza y la jugosidad de mi pitote. Ya calla y dale para que te parta el culo otra vez. - El segundo chico se apresuraría a cortarle elevando el tono de voz lo justo para llamar la atención, en primer lugar de su interlocutor al otro lado de la mesa, y en segundo lugar del puñado de jugadores repartidos por los asientos circundantes, uno de ellos un paliducho de complexión raquítica y rasgos afilados que tan pronto como se percató de la presencia del moreno caminó hasta su costado y le clavó una mirada lasciva. - Ay qué rico, Chayanne, yo sí quiero conocerla muy, muy a fondo... - Procedería entonces a lamerse los labios premeditadamente despacio al tiempo que realizaba sonidos de succión, ganándose un empujón en el estómago por parte del "objeto de su deseo" (o mejor dicho, del dueño de dicho objeto) que le haría retroceder un par de pasos, llevándose una mano a la zona agredida. - Ouch... venga guapo, yo sé que te va a gustar, hasta te regalo unas cartas si me dejas mamártela.

- ¡Ya vete a hacerle remolinos en la verga a otro, Tapia! Al único al que se la voy a meter ahora es a Tío Ben, si algún día termina de contar su leyenda urbana y hace una jugada.

"Tío Ben", pues así era como todos conocían al jugador rechoncho (nadie recordaba su auténtico nombre ya), volvería a alzar la voz entonces para hacerse escuchar por sobre las proposiciones homosexuales de Tapia. - ¡Es en serio chicos! Los tipos del Magic llevan meses hablando de las desapariciones misteriosas, de los viejos que salen de jugar tarde y cuando cruzan la calle ya nadie los vuelve a ver... y el cabrón que se los está crujiendo a ellos también se chingó a un amigo mío, no le veo desde hace una semana.

- Pero si tú ni tienes amigos, puto. Y esos gordos del Magic se deben de haber suicidado después de mirarse al espejo y darse cuenta de que llevan los últimos 40 años de su vida jugando a un juego de mierda. "La Banlist" es sólo una creepypasta mala.

La discusión podría haber seguido escalando durante bastante más tiempo, de no ser por la entrada repentina en el local de uno de los personajes más conocidos en la escena competitiva local y regional, un chico pelirrojo y de aspecto desaliñado, vestido con un chandal medio abierto que bien podría haber pertenecido a un yonki, quien esgrimiría su amplia sonrisa repleta de dientes puntiagudos según se acercara hasta la hilera de jugadores apostados en las mesas, no sin anunciar alto y claro su llegada por si alguien no se había percatado.

- ¡Ya podéis dejar de meteros los decks por el fundillo, panda de perras, al fin llegó la verga que estabáis esperando!

Solo había ido a por unos materiales que le faltaban, screentones, tinta, otra plumillas, porque vamos... siempre se quiebran en especial con lo descuidada que era ella. Todo siempre estaba en el suelo y mas de una vez esas plumillas que tanto ocupaba terminaban rotas o quebrada a manos de esos delgados pies que tenia.

Llevaba varias horas deambulando por el lugar, siempre que iba a por algo terminaba haciendo otras cosas, iba al cine, a las tiendas de mascotas o a las tiendas de mangas, esa era su principal distracción,  siempre terminaba comprando mangas en algún lugar.  3 horas estuvo en la tienda, su favorita: Osamu. Se llevaba bien con el dueño y este siempre le guardaba los ejemplares que quería y los de edición limitada, pero esta vez compro solo algunos que habían salido y que faltaban en su colección. 

Al salir de la tienda giro hacia la derecha, sacando el manga que recién había comprado, abriéndolo y comenzando a ojearlo a simple vista, aunque esa "ojeada" siempre se transformaba en una lectura completa, y esta no seria la ocasión. Habían pasado varias , ¿horas?, no recordaba bien, solo sabia que ya había terminado de leer el tomo completo. Al cerrarlo pudo volver a la realidad y darse cuenta de que no sabia como había llegado ahí, sabia donde estaba, conocía esos lugares muy bien, pero no sabia como había terminado en el sector de "amantes del yugi". 

Estar ahi le dio algo de curiosidad, cerca igual habían otras tiendas de electrónica y tales, pero abundaban las de yugi y cosas parecidas, recordó que de pequeña hubo un tiempo en el que le gustaba jugar a eso, pero solo de pequeña, en realidad no le gustaba mucho el juego, le gustaban las cartas, sus dibujos, compraba sobres y sobres solo para dibujarlos. Decidió pasearse un rato por ahí y recordar "viejos tiempos".

Al rato de estar paseándose vio una tienda que tenia un nombre que le causo gracias "Kaibalandia", lo pensó y soltó una risita. se acerco a la vitrina a ver que tenia, solo por ver, estuvo unos minutos ahí cuando siente pasos y la puerta a unos metros de ella abrirse. Un chico  que apenas pudo observar, entro haciendo un gran escándalo en la tienda.  Miro su reloj, aun era temprano, tenia listo el manuscrito, era su momento de relajo y ¿por que no entrar a una de estas tiendas?  
-Aun es temprano- dijo sonriendo, espero unos minutos antes de entrar, luego, camino hacia la puerta y la abrió suavemente. 

Miro a su alrededor el aire era denso, pero no incomodo, denso a ... humano, no en el mal sentido, era como a sudor... era una patada de olores en su cara, y no precisamente de los olores mas sabrosos." ¿se bañan estos tipos o que?" Se dijo a si misma, dirigiéndose hacia el mostrador.

Sábado, el día de la semana favorito de Kerber. El único día en que nadie opinaría mal de él por levantarse de la cama a las 3 de la tarde, ponerse encima lo primero que encontrara tirado por el suelo de su caótico apartamento urbano y salir a la calle para dirigirse directo hacia el antro de perversión más cercano. No el puticlub de la esquina, no, ese está bien pinchi caro los fines de semana. Obviamente, hablamos de la tienda de Yugi.

De todas formas hoy se lo tomaría con calma; unas partidas cuando llegara, estafar a algunos críos de esos que van con sus padres a pasar la tarde, y que están dispuesto a creer que cualquier cartita que salga en el último spin-off mierdoso del animé debe valer diez veces más que otras de igual rareza; joder a Tío ben, por supuesto, no sería un sábado bien invertido si no se metiera un rato con el gordito, y después, cuando anochezca y estén a punto de cerrar... probablemente bajar a la trastienda con uno de sus "clientes habituales", venderle medio kilo de la que parece buena, asegurarse de que se lo mete antes de irse a casa y seguirle discretamente por la calle para recoger el cuerpo una vez caiga redondo. 

Así que allí se encontraba él, deck en mano, caminando hacia la mesa en la que se encontraban sentados, y aparentemente en mitad de una partida, Chayanne y Tío Ben. Este último sería el primero en dirijirle la mirada y hablarle, cortando cualquiera que fuera la conversación en la que se hayaba con anterioridad.

- Hey Kerb viejúh, ¿vienes de civil o traes Yugi viejúh?

- Vengo con el reglamentario, me dejé lo de tradear en la cueva. - Ya junto a la superficie del mueble, agarraría la silla vacía más próxima y apoyando su respaldo contra el borde de la mesa se dispondría a sentarse en sentido contrario, de manera que sus brazos quedaran apoyados sobre dicho respaldo. - ¿Y cómo va la cosa por aquí, Tapia por fin consiguió que le saques los dientes a vergazos, Chayanne?

- Siempre jodiendo con lo mismo, Kerb, todos sabéis que este pito es sólo para las viejas. - La réplica no tardó ni tan siquiera dos segundos en provocar las carcajadas histéricas del recién llegado pelirrojo.

- ¡Cómo si aquí hubiera de eso! Las únicas mujeres que entran a estos antros de drogas y cartas coleccionables son las que vienen acompañando a su novio, las que vienen acompañando a sus niños, las putas, y las góticas hipsters más feas que Tío Ben. - Intento de queja por parte del susodicho, ignorado vilmente por todos los presentes antes de ser vocalizado por completo. - Y ya sabes que las de los tres primeros tipos me las follo yo primero. En fin, ¿echáis una o...?

La puerta del local volvió a abrirse en aquel instante, con su "clink" característico, y si la llegada del jugador profesional había llamado la atención un par de minutos atrás, la criatura que cruzaría el humbral de la entrada en esta ocasión ocasionaría un revuelo todavía mayor, pues se trataba de la criatura más misteriosa y majestuosa para la comunidad de aficionados a los juegos de mesa: una hermosa muchacha.

- ¡Me la pido! - Tan pronto la vio Kerber saltó de su asiento y se lanzó casi trotando en dirección a la hembra, amplia sonrisa en sus labios e instinto predativo en el brillo de sus ojos. - Buenas tardes preciosa, ¿puedo saber qué hace una chica como tú en un lugar como est...? - A escasos pasos de ella, frenó en seco su avance y se detuvo un momento a respirar profundamente, procesando lo que su sentido del olfato le esta alertando. Su sonrisa se tornó una mueca de disgusto, frunció el ceño y arrimando el rostro al de la mujer con aires intimidativos, le espetó en tono serio, brusco incluso, pero en voz baja. - ¿Qué haces en mí territorio?

había entrado ya, no había vuelta atrás, pero no le importaba, quería ver la tienda por dentro y quería ver que si podía comprar algo, solo eso.

Sintió unos murmullos durante los pasos que daba, la tienda no era nada grandioso, era como las tiendas de manga que ella visitaba, pero con gente mas apestosa y lleno de viejos. Gente jugaba por todas partes, otros estaban simplemente charlando e intercambiando cartas, no puedo evitar mirar ese nuevo mundo, pero antes de poder llegar a su objetivo, algo le freno. Era el chico que había entrado antes, o al menos eso le parecía. Se asusto tras su aparición, pero pudo sentirlo, su olor. Fue mas rápido que ella, apenas pudo reaccionar, se le adelanto. ¿Qué haces en mí territorio?
Fue lo único a a lo que le presto atención de todo lo que había dicho, claro, era los mas importante.

-¿Tu territorio?- Le dijo al chico con voz suave y baja, mostrando una sonrisa de seguridad - ¿Desde cuando un local comercial es tu territorio?- Le dijo mirándolo directamente a los ojos. 

Tras decir eso siguió su camino hasta el mostrador, los humanos le daban algo de miedo, los investigadores mas, pero los Ghouls... Los Ghouls no, eran como ella, vivían como ella, y menos miedo le daría uno que se la pasaba el dia entre jugadores pocos aseados y con menos vida que la suya. Y eso ya es mucho decir. 

A pesar de eso, un escalofrió recorrió su cuerpo, el chico era un Ghoul obviamente, pero aun asi intimidaba un poco, era el con mejor aspecto de todos los que se encontraban ahi, no estaba nada mal, pero no le vendria mal unas prendas mas decentes, es lo que pensaba al verle. Era mucho mas alto que ella, fuerza tenia, pero seguro el tenia mas. Se sentía como un conejo arrinconado por un zorro, pero eso no le importaba, conocía pocos Ghouls, conocía poca gente en general, pero este era un vago cualquiera que solo estaba haciéndose el rudo. Mas incomoda se sentía al recibir las miradas de los viejos verdes del lugar, eso si era peor que el chico este.

"¿Y este de donde salio?" Le ignoro tras intercambiar unas palabras con el y prosiguió su camino. Su rostro mostraba algo de enfado. Si era su territorio no le importaba, pero ella solo andaba de paso, no es como si le interesara andar por ahi a menudo. "¿O tal vez si?" se volteo para verle nuevamente, sentía que podían estar llamando la atención, y eso no era bueno. Cambio su expresión por una totalmente distinta, sonrió.-¿Me puedes enseñar la tienda?- le dijo en un tono muy dulce. -quiero ver si puedo comprar algo-

"¿Tu territorio? ... ¿Desde cuándo un local comercial es tu territorio?"

¡Desde que me sale de los cojones! Quién se cree que es esta zorra para entrar en mi territorio de caza, calentarle la polla a mis presas, y encima ignorarme como si fuera un pedazo de mierda. Más allá de la intrusión de un posible depredador rival en su territorio, lo que estaba ocasionando en aquellos momentos una tormenta de rabia ciega en la mente de Kerber era la manera en que la ghoul le había desestimado, como si no le considerara un igual, como si se creyera tan superior al muchacho que no necesitara contemplar la idea de competir por el terreno. Deseaba lanzarse allí mismo sobre ella y arrancarle la yugular de una dentellada, pero evidentemente esa no era una posibilidad mientras se encontraran ambos rodeados de humanos, hasta él poseía el mínimo de sentido común para discernir aquello. 

¿Qué hacer, entonces? Sin darse cuenta se había quedado ahí parado, en silencio y apretando los dientes con expresión iracunda. Por si fuera peor, la mayor parte de los allí presentes tenían la mirada fija en su figura, y debía estar dándoles una imagen fuera de lugar. ¡Esa zorra, para colmo avergonzándole delante de su grupo de inadaptados sociales y adictos al crack! De pronto la opción de descuartizarla donde estaba parada y lidiar con las consecuencias más tarde empezó a sonar viable, y quién sabe si la hubiera puesto en práctica de no haber sido por la mujer reanudando el paso y dejándole atrás para caminar hacia el mostrador principal del establecimiento, llevándose todos los ojos curiosos con ella. 

Respiró lenta y pesadamente una, dos, tres veces antes de calmarse lo suficiente para reanudar el flujo de ideas. ¿Qué hacer? Incluso dejando a un lado la humillación, la sóla presencia de otro ghoul en el lugar donde vivía daba pie a toda clase de problemas. Podría delatar su identidad, hacer un escándalo que atrajera a esos putos del CCG a la zona o, y en el fondo una parte del chico deseaba que se diera esta situación, podría desafiarlo a un combate por el territorio de caza. No era la primera vez que tenía que partirle el culo a algún idiota para hacerse notar entra la comunidad ghoul del distrito, si bien era cierto que jamás había peleado con ninguna niña estúpida que le provocara esta clase de enervación con su actitud casual y prepotente... ¿Realmente tendría esa perra las habilidades para justificar sus aires? Tal vez, sólo tal vez, luchar hasta la muerte no fuese la solución mágica que estaba buscando.

De pronto la zorrita aquella alzó la voz para dirijirse a él una vez más, ahora con tono odiosamente amistoso, fingiendo ser una clienta más. Claro, como si jovenes bien parecidas entraran todos los días a un local como ese para comprar. Kerb se giró por acto reflejo para clavar la vista con ella. ¿A qué mierda quería jugar? Al parecer tendría que seguirle el compás para descubrirlo, así que relajando su postura y obligándose s sonreír un poco caminaría hasta quedar junto a la fémina una vez más y le hablaría con el tono de cabrón mujeriego que acostumbraba a usar en público.

- A ver, ¿qué estás buscando, Yugi, Magic, Vanguard...? Suponiendo que alguien todavía juegue eso. ¿O eres de las que coleccionan cartas bonitas de esos juegos de mierda que a todos se la pelan, como Pokémon TCG y Mitos y Leyendas?

Sentía la incomodidad del chico y la rabia en su mirada, en su actuar y le encantaba, le ardía la sangre, y lo único que quería era tirarse al suelo a reir, pero debía seguir jugando con el un rato mas asi que no le quedaba otra que contenerse las carcajadas.

Las acciones del chico cambiaron, por encima, porque por dentro se notaba que este seguía ardido. "Parece que me divertire mas de la cuenta hoy" penso la pelirosa con algo de alegria. El chico se acerco a ella, y mientras lo hacia, podu fijarse un poco mas en como era. Guapo. No se fijaba mucho en el chicos, los unicos chicos que giraban a su circulo social eran su editor y sus compañeros de trabajo, si, porque la industria del shonen era una industria dominada por hombres. La mayoria eran viejos o demasiado aislados como para interactuar con ella, estaba también la universidad, pero ese ya era tema a parte. 

Bajo la mirada sutilmente para recorrer al chico, estaba bien, era guapo, bastante, tenia una actitud de mierda, pero podría ser porque se encontraba ella ahí en "su" territorio. a lo que se acercaba, no pudo evitar sonrojarse un poco, a lo que no duro mucho tras el comentario del chico.

¿Mitos y Leyendas? no, no... esa era su área, ¿Qué se creía este sujeto de andar menospreciando algo que era igual o mejor que la mierdilla esa que jugaba? no, esto no se iba a quedar asi, esto era personal.

-¿Que dijiste? No me gusta el Pokemon, pero MYL requiere mas habilidad e inteligencia que la basura esa a la que tu y tus amigos cuarentones juegan ... - Le dijo esto dándole una mirada de enfado. Sus mejillas ya no estaban rojas de vergüenza, lo estaban de rabia. Luego recordó que no sacaba nada con enfadarse, si lo hacia, le daba las riendas de la situación a el, y eso no le gustaba, aunque fuera por algo tan "pequeño"

-Quiero comprar cartas... trabajo como ilustradora - No diría que era Mangaka, a este tipo, no, sabia que ella era un Ghoul y podía usarlo para chantajearle- Me gustan los diseños de las cartas, las colecciono. -Cambió un poco su tono a uno mas dulce - ¿Te parece si platicamos un rato?¿ Hay un lugar donde podamos sentarnos?- le dijo sonriendo.  Se le acercó  posando su mano en su camiseta, jalando de ella para acercarlo mas  y acercando también sus labios al rostro del chico. 

-Tranquilo, solo quiero hablar... No me comeré a tus vaquitas sobre alimentadas...- Le dijo esto suavemente. 

Estaban formando un escándalo ahí, y no era por lo que realmente creían, de seguro mas de alguno de estos tipos, ademas de jugar yugi, se dedicaba a leer manga y cosas por ese estilo, y sabia como eran. A estas alturas del juego debían tener las hormonas alborotadas  y estaban pendiente de todo lo que hacían los protagonistas del show.

-Podemos sentarnos a hablar de cartas y todo eso, así tu me enseñas con mas tranquilidad ¿no?-  Le dijo mirándolo con seguridad y dulzura. Paso su mano por su cabello para acomodarlo detrás de su oreja derecha. Conversar con el no podía terminar mal o ¿no?  Parecía alguien divertido, y no había tenido contacto social en toda la semana luego de pasar encerrada terminando el manuscrito, conversar con alguien, aunque fuera con el, no le haría nada mal.

Genial, ahora la niña iba a hacer un escándalo porque ¡oh! qué casualidad, terminó siendo una fangirl de las ilustraciones de un jueguito oscuro tal y como él había dicho, y se sentía profundamente ofendida a nivel personal por haber sido llamada por lo que era. O eso o era una actriz excepcional a la hora de interpretar el papel de zorra histérica. Cualquiera que fuera el caso se le estaba haciendo cada vez más difícil prestar atención. No era que no intentara escucharla, era sólo que las palabras dejaban de descodificarse una vez accedían al cerebro del chico, convirtiéndose en algo muy parecido a la estática de un televisor viejo. Aquel estado mental de "Reanudando conexión..." se rompió únicamente cuando la mano de la mujer entro en contacto con el cuello de la camisa de Kerber, quien no tardaría en sentir su espacio personal un tanto reducido.

¿Qué cojones? ¿Ahora quería liarse con él? Digo, sabía que estaba bueno y tal, pero las putas pasivo-agresivas no eran su clase favorita de putas, y menos aún cuando sabía que podían abrirle en canal a dentelladas si se descuidaba. Aunque visto por otro lado follar con Ghouls siempre era más intenso que con humanas... Decisiones, decisiones... Ah no, sólo quería seguir hablando, vaya por Dios.

- Así que no vienes a asaltar mi despensa, qué gran alegría me das. - Aunque lo espetara con el mayor tono de ironía y desinterés que podía idear, reposando las manos en los bolsillos del pantalón y encogiéndose de hombros perezosamente para más énfasis, lo cierto era que sí se alegraba de saber que la muchacha aquella no se trataba de un competidor por el alimento. Sin embargo eso le devolvía al punto inicial: ¿Qué mierda quería? En fin, tendría que sentarse a proseguir con esa charla tan productiva... puta madre.

- Ya, ahora en serio, entre tú y yo, querida... - Marcaría esa última palabra clavándole la mirada más fría e intimidante que supo, llegando sus ojos a tornarse rojos y negros durante un instante. No esperaba que nadie se percatara, a fin de cuentas por algo se habían sentado alejados de la muchedumbre de jugadores. - No creo estés aquí para comprar cartas coleccionables. Aunque no lo logres concebir, no muchas "ilustradoras independientes", si es que eso es un trabajo, vienen a estos ratoneros sólo por material de referencia. Así que ahora que hemos establecido que tener vagina te incapacita para ser un cliente común y corriente en un lugar como este, delimitemos los motivos reales por los que puedes haberte plantado frente a mí hoy para tocarme los huevos. ¡Oh, ya sé! Escuchaste que hay un pelirrojo buenorro en esta parte del distrito y viniste a ver si te podía calmar el celo, ¿me equivoco? Bueno, supongo que siempre te puedo hacer un favor, si tanto me lo pides. - Una sonrisa de machito arrogante después y el cebo estaba servido. Hacer perder los nervios a alguien es la mejor forma de revelar sus auténticos colores, y Kerb siempre fue muy, muy bueno haciendo perder los nervios a los que le rodeaban.

Ya se habían sentado a conversar, y eso le hacia feliz en cierta forma, tenia contacto con algo vivo por primera vez en semanas. Al sentarse miro al muchacho de forma mas detenida, apreciando un poco mas sus rasgos, pero sin que se notara, no quería quedar como una psicópata. Estaba acostumbrada, siempre lo hacia, observar a la gente que le rodeaba era su costumbre y no quería ser vista como una depravada o algo parecido.

Mientras este hablaba seguía mirándolo, vio su rostro y sus facciones, era lo que mas le llamaba la atención, tenia una bonita sonrisa, aunque fuera de idiota egocéntrico. No presto atención a lo que este decía por un rato, solo le estaba mirando los labios, Se  movían rápido, se notaba que era con algo de fastidio, pero le causaba gracia. Esperaba que el chico no se percatara de lo que hacia, no quería quedar como un bicho raro, aunque probablemente ya lo era si se encontraba en ese lugar.

Por unos minutos ignoró completamente lo que el chico le decía, solo para observarle bien. El ambiente era extraño, pero no incomodo, al menos para ella, se la estaba pasando de maravilla, viendo como el tipo estaba cabreado con su presencia, y mas encima eran objeto de atención de las miradas de "sus amiguitos", sabia que les estaban mirando y al parecer eso no le agradaba mucho. 

Estaba con las manos juntas y apoyadas sobre sus piernas,  a simple vista parecía que le estaba prestando atención al muchacho, pero no era asi. Tras terminar el discurso, soltó una risa. -tienes el ego bastante alto...- Volvió a acomodar su cabello.

-Pues.. como te dije, no vengo a usurpar tu territorio, termine aqui de casualidad- Le dijo esto mientras revisaba su bolso asegurándose de que todo estuviera ahi - Hoy es mi dia libre,  sali porque tenia que comprar materiales para mi trabajo "Y porque me hacia bien algo de aire fresco...", me puse a vagar luego de hacerlo, y termine aqui por simple casualidad-  Ya no estaba enfadada ni nada, su tono era normal y suave, solo quiera charlar con alguien, y el era la persona "Indicada". ¿En que otra situación podría encontrarse a un Ghoul adicto al yugi? Era lo mejor que le había pasado en semanas. 


-Y no llegue aqui porque escuche de un "pelirrojo buenorro"- Ahora su mirada cambio a otra de seguridad, mas penetrante, y directamente a los ojos del chico. - pero si he oido de "La Banlist"...- Esto ultimo le dijo suave y lento, solo para ver la reacción del chico.

Si, sabia de eso, porque en el mundo de los Ghouls los rumores corren, y no solo en el mundo de los Ghouls, en el mundo de los antisociales también. Había escuchado el rumor de "La Banlist" hace un mes, en una de las tiendas de manga que visita. Era la tipica historia de: El amigo, del amigo de mi primo tiene un perro que era mascota de alguien que supuestamente "La Banlist" Hizo desaparecer. Aunque también había escuchado de unos vendedores de la tienda dicha historia. 

Tras decir eso, la chica estiro su mano lentamente en señal de saludo. -soy Neus, un gusto- Dijo de forma sonriente y feliz. No espero a ver que respondía el chico, sabia que era el, era mas que obvio. Solo se limito a presentarse y esperar la respuesta del chico.

Ah, así que se trataba del viejo chantaje al criminal buscado. Por lo general, o al menos hasta donde Kerber había tenido conocimiento, existía una regla no escrita entre ghouls de no delatar frente a humanos las identidades de uno u otro, sencillamente porque sólo podía ocasionar dos cosas: guerra entre los de su propia especie, o un linchamiento por parte de las autoridades humanas proseguido de investigaciones exhaustivas en la zona de mano de esos putos del CCG. En cualquier caso, ambas opciones dificultarían notablemente la tarea de obtener carne fresca en el distrito afectado durante más tiempo del que ningún ghoul querría pasar en ayunas. Pero claro, de vez en cuando surgía algún niñato idiota incapaz de usar el sentido común y poner el bien de la especie por delante de sus rencillas personales.

- Supongo que te pone cachonda tener ese "poder sobre mí", te debes sentir tan orgullosa de ti misma por olisquear el aire y sumar dos más dos. - El pelirrojo chistó hastiado, maldiciendo en su fuero interno, para apenas un par de segundos después resignarse y adoptar una postura cómoda recostado sobre la silla. - Llámame Kerb. - Esta vez su voz nada más sonó seca, cansada por la situación. - Y probablemente todo lo que has escuchado sobre mí es verdad... excepto lo de que me acosté con Tapia por un Black Luster Soldier Ghost Rare cuando lo desbannearon, eso es un montón de mierda. - De vuelta a los chistes, pero no tanto para tratar de mostrarse indiferente frente a la chica como para aparentar normalidad a ojos de los espectadores humanos. Podrían estar apartados en un rincón, pero conocía la acústica del local, y si algún idiota de esos que seguían embelesados mirándole el culo a ella llegaba a escuchar parte de su conversación, debía hacer que sonara convincente. - Entonces veamos, señorita ilustradora, si tanto sabe de mí pero no son mis encantos lo que busca, debo figurarme que quiere retarme a un duelo. - Esgrimía una amplia sonrisa, mostrando sus dientes afilados más de la cuenta. - De Yugi... claro. - Su intención era que ella captara la indirecta, no albergaba en realidad la esperanza de que aceptara la oferta; tal vez terminara haciéndolo por fanfarronear, pero no era difícil deducir de las palabras de la mujer durante su ataque de histeria unos minutos atrás que lo único que alguna vez había hecho con una carta era dibujarla. De hecho... se le ocurría una idea tentadora.

Kerber se alzó de improviso y mirando hacia la mesa varios metros más allá en la cual todavía jugaban sus "amigos" procedió a vocearles para llamar su atención. - ¡Hey Tío Ben! Préstame tu álbum de tradeo y unas micas que te sobren, mi nueva amiga y yo vamos a echarnos una partida y ya sabes que vengo con lo puesto. - Se alejaría entonces unos pasos de Neus, buscaría con la mirada un lugar libre en las mesas de juego y, tras hallarlo, comenzaría a caminar tranquilamente hacia alli, apenas girando el cuello un instante para vovlerse hacia la chica y decirle unas últimas palabras en tono juguetón. - Sígueme, puedes sentarte junto a Tapia. Tranquila, no muerde, al menos siempre y cuando no tengas pene.