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Mensaje por Ivan Drago Dom Jun 26, 2016 7:42 pm




NOMBRE

Ivan Drago.

APODO

"Destructor de Reyes", título basado por la costumbre de referirse a los Ghouls con Kakuja como "reyes" en la División Rusa del CCG.

EDAD

52 años.

SEXO

Hombre.

RAZA

Miembro del CCG - Humano.

PROFESION

Investigador Ghoul.

PERTENENCIAS IMPORTANTES

Vivienda familiar bien acomodada y vehículo del año, provistos por la División Japonesa del CCG.

DISTRITO DE RESIDENCIA

Distrito 1 - Chiyoda.

QUINQUE


Quinque de clase Koukaku - King's Pincers

Desarrollado en los laboratorios de la División Rusa mediante tecnología armamentística experimental, el Quinque de Ivan representa el primer paso hacia una nueva era de herramientas para el uso de la humanidad en su incansable guerra con la especie Ghoul. Y se preguntarán, ¿qué es, exactamente, lo que hace tan especial a este Quinque? En primer lugar, no se trata de un arma tradicional, como lanzas y espadas, diseñadas para ser blandidas, sino que por el contrario está diseñado como un par de guanteletes capaces de ser portados sobre la piel como parte del cuerpo de su usuario. Esta diferencia, en apariencia sutil, aporta la inmensa ventaja de dejar las manos del agente libres para pelear cuerpo a cuerpo o cargar armas adicionales. En segundo lugar, los guanteletes conservan la densa estructura muscular del Kagune original, la cual permite al usuario del Quinque ejercer con sus brazos fuerza, presión y potencia de impacto sobrehumanas (comparables a las de un Ghoul). Esto último, sin embargo, viene con un riesgo: controlar los guanteletes como es debido supone una presión en el cuerpo humano, por lo que únicamente alguien con músculos robustos, huesos densos y en general gran condición física es capaz de explotar su potencial sin quebrar sus propias extremidades, e incluso así hacer uso de la fuerza sobrehumana pasa factura a la estamina del más fornido.

No está de más mencionar que las características únicas de este Quinque son posibles gracias al Kagune usado como base para la creación del mismo, el cual pertenecía al Ghoul denominado Crab por la división rusa, un poderoso espécimen de clase Koukaku que había alcanzado el estatus de Kakuja parcial.

Dejando atrás las especificaciones técnicas, es hora de describir el aspecto físico más llano del Quinque. Como ya se ha mencionado, al abrir el maletín metálico reglamentario, el Kakuhou contenido en su interior materializa sendos guanteletes sobre los brazos del usuario. Estos cubren desde el hombro hasta la punta de los dedos, son remarcablemente gruesos y poseen un aspecto quitinoso, con su color blancuzco sucio y su textura a mitad de camino entre el hueso y el exoesqueleto de un crustáceo. A la altura de los antebrazos, las placas se vuelven todavía más voluminosas, adoptando una silueta algo ovalada que bien podría recordar a escudos, y de hecho pueden usarse como tales, ya que es la zona más densa de todo el Quinque, y por tanto pocos Kagunes podrían siquiera penetrar su superficie. Por último, las manos son recubiertas por una suerte de guantes segmentados y terminados en garras puntiagudas, lo que permite al usuario no sólo golpear y despedazar, sino también desgarrar o atravesar con sus dedos como única herramienta.

King's Pincers:

DESCRIPCIÓN FÍSICA

Primero y principalmente, Ivan es una mole, o como acostumbraba a decir su padre, un auténtico hijo de la Madre Rusia. Con un metro y noventa centímetros de altura, más de 130 kilogramos de peso, y una masa muscular trabajada - por no decir inflada - durante décadas hasta el borde del fisioculturismo, su figura resulta imponente incluso para los estándares de su patria, que está de más decir no son precisamente bajos. Esto, junto a su trayectoria profesional y los múltiples logros alcanzados en el transcurso de la misma, fue lo que le ganó su reputación y sobrenombre de Dios de la Guerra en sus días de mercenario. Si bien con la edad su estamina, y con ella su capacidad para ejercer fuerza explosiva, se han comenzado a ver algo disminuidas, Ivan sabe suplirlo con entrenamiento físico constante y vida más o menos sana (su mujer lleva veinte años intentando convencerle de dejar los puros y las bebidas destiladas, pero hasta el momento no ha conseguido resultados).

A pesar de que con una ojeada parezca la clase de hombre que piensa con los músculos y sólo conoce la estrategia de aporrear las cosas de frente, y si eso no funciona, proceder a aporrearlas con más fuerza, Ivan es un soldado disciplinado en toda regla. Además del entrenamiento militar recibido durante su entrenamiento en la antigua URSS, ha dedicado varias décadas de su vida a aprender y dominar el arte marcial del Judo, gracias a lo cual goza de agilidad y flexibilidad impresionantes para alguien de sus dimensiones, y por supuesto es más que capaz de canalizar su fuerza de la manera más adecuada en cada movimiento, ya se trate de un ataque, una llave, una presa, un bloqueo, etc., ahorrando de esta forma la mayor cantidad posible de energía durante un combate, cosa que desde que pasó los cuarenta se ha vuelto imprescindible para su trabajo.

Más allá de su condición física, podríamos pasar a decir que el Señor Drago luce facciones duras, gruesas, angulosas, rusas, con su amplio ceño rectangular adornado por cejas espesas de tonalidad rojiza oscura y su sólido cráneo cubierto por una larga mata de pelo del mismo color, que acostumbra a peinar hacia atrás y atar en una coleta baja. Su rostro posee también una elegante barba de longitud media, bien cuidada y aseada, la cual ha sido su inseparable compañera desde que tenía apenas quince años de edad. Sus ojos grandes y expresivos prácticamente imitan el tono de su cabello, si bien estos tienen algo más hacia el marrón. Hablando de su cabello, podría añadirse que como buen macho que se respeta tiene una remarcable frondosidad de vello en brazos, piernas y pecho. Por último, no estaría de más comentar que la piel de todo su cuerpo se mantiene bastante joven, con apenas unas cuantas arrugas en el rostro, en especial bajo los ojos, pero nada especialmente notable. Sin embargo, sí luce un sinfín de cicatrices de todas las formas y tamaños a lo largo y ancho de su figura, obtenidas a través de incontables batallas tanto con Ghouls como con humanos. La mayor concentración de cicatrices se halla en sus brazos y nudillos, y esto no es casualidad, sino que se debe al uso prolongado de su Quinque, en especial cuando todavía no lo dominaba.

Ivan Drago:

DESCRIPCIÓN PSICOLÓGICA

La primera impresión que suele dar Ivan a los que tienen contacto con él es algo no muy alejado del estereotipo de "gigante bonachón", pues a pesar de su apariencia dura e imponente, el Señor Drago resulta un hombre bastante amigable, divertido incluso. No se puede decir que sea alguien educado en el sentido estricto de la palabra, pues si bien recibió una buena educación y dispone del sentido común y la madurez necesarias para comportarse de manera formal en su entorno de trabajo, respetar al pie de la letra las convenciones sociales es algo que tiende a chocar con su personalidad natural. Se podría decir, entonces, que es alguien despreocupado, que sabe cómo y cuándo tomarse un asunto con seriedad pero si tiene opción preferirá mantener una actitud ligera. Gusta de entablar conversaciones casuales con sus compañeros de oficio, ya sea contándoles chistes subidos de tono que probablemente alguien de su edad no debería mencionar en público, enfrascándose en recitar sus "batallitas de juventud" llenas de hazañas épicas y testosterona norteña, o muy por el contrario babeando con toda clase de datos y anécdotas sobre sus hijos, a quienes es todo un experto en avergonzar con sus habilidades de padre sobreprotector.

Son de hecho sus hijos, la mayor, Helena de diecinueve años, y el pequeñín, Aleksander, de quince, que sacan a relucir la parte más blandengue, amorosa, y básicamente anticlimática de su persona. Puede pasar auténticas horas dando el coñazo con lo geniales, inteligentes, talentosos y adorables que son sus chiquillos, superando incluso la capacidad de su mujer para la misma actividad. De la misma forma, sus hijos son lo que más le importa en el mundo, por encima de su profesión, y por encima de su propia vida. Son su prioridad a la hora de tomar cualquier decisión, y no sería una exageración afirmar que estaría dispuesto a hacer lo que hiciera falta con tal de asegurarse de que ellos estén bien y sean felices, llegando a los extremos más ridículos y saltándose cualquier límite legal o código moral, personal o ajeno.

Hablando de sus códigos morales, viene siendo hora de explicar su punto de vista respecto a la "amenaza Ghoul" y toda la parafernalia que la rodea. Personalmente, él no odia a los Ghouls, ni los teme, ni los desprecia, ni posee ninguno de esos sentimientos negativos tan típicos entre el grueso de los integrantes del CCG. Claro, él no tuvo una niñez trágica, con sus padres u otros familiares siendo devorados por aquellos seres antropófagos, cosa que sí cargan en sus espaldas muchísimos agentes, a los cuales intenta comprender y respetar. Tampoco es uno de esos clásicos novatos que creen que hay "Ghouls buenos y Ghouls malos", y que sólo quieren eliminar a los segundos, pero al poco tiempo terminan o muertos por su ingenuidad o desechando su visión idealista para mantenerse con vida. No, él entiende que si bien los carroñeros esos no son exactamente las bestias malvadas que la sociedad los quiere etiquetar de, sino que son criaturas inteligentes muy similares a los propios humanos, y al igual que estos, sólo hacen lo que hacen para poder vivir sus vidas, el hecho es que su existencia pone en peligro la suya propia, la de sus amigos, sus compañeros, e incluso su familia, y eso basta para convertirlos automáticamente en el enemigo, un enemigo al que está dispuesto a eliminar de manera fría, profesional, sin mezclar sus sentimientos con su trabajo, todo ello en pos de crear un futuro seguro para sus seres queridos. No se siente orgulloso de su forma de ver las cosas, ni se considera una especie de sabio; para nada, pero tiene claro lo que sí es: un hombre sencillo, al que no le corresponde juzgar qué está bien y qué está mal en este mundo, pero que tiene muy claro qué es importante para él, y no duda en defenderlo por todos los medios.

HISTORIA


Estimados Señores,

Me presento con toda la cordialidad y respeto hacia sus personas que puedo expresar. Mi nombre es Ivan Drago, Agente Anti-Ghoul de la División Rusa desde el 2004, y me encuentro escribiéndoles esta misiva para solicitar el traslado efectivo a la Sede Central de la organización, en Tokyo, capital de Japón. Como podrán apreciar, no estoy del todo acostumbrado a estar formalidades, las palabras nunca fueron mi punto fuerte, así que de antemano les pido disculpas, pero los líderes de mi división me dijeron que era imprescindible que les mandara un resumen de mi vida y carrera profesional.

Bueno... por dónde debería empezar. Supongo que por el comienzo de todo. Yo nací en un pueblito cerca de la frontera con Siberia, un ambiente muy rural, ¿saben? Especialmente por allá por los años sesenta ¡Y hacía un frío horrible! Mi padre era del ejército, trabajaba para el viejo Régimen; un trabajo duro aquel, recuerdo que le cambiaron de destino al menos siete veces mientras yo era apenas un crío, y con él nos teníamos que mudar todos los de la familia, que por cierto somos cinco hermanos, yo soy el del medio - ya se sabe, en aquellos tiempos las familias numerosas eran mucho más comunes -; la verdad es que nunca me expliqué cómo mis padres se las arreglaban para mantener un hogar funcional cuando de milagro pasábamos un año en la misma provincia. En fin, creo que me estoy desviando del tema que nos ocupa, sepan disculparme por ello...

El punto es que aun con todo mi infancia fue bastante feliz, y pude crecer sano y fuerte, a veces mi madre decía bromeando que tal vez había crecido demasiado, ja ja. Cuando terminé los estudios, bastante pronto además, y me vi a mí mismo con 19 años, hecho todo un jovenzuelo y con toda la vida por delante, pero sin un objetivo claro, sin una idea real de a dónde quería ir... bueno, supongo que terminé haciendo lo que me parecía más lógico, lo que llevaba viendo toda mi vida. Ingresé en el ejército de la misma manera que lo hiciera mi padre a mi edad. Mirándolo ahora y pensando sobre ello, diría que no fue por patriotismo, no realmente; más bien creo que fue por admiración hacia mi propio padre. Todo hombre ruso que valga la pena lo es gracias a cómo lo crió su padre, y siempre he pensado que el mío hizo un gran trabajo, en aquella época lo consideraba prácticamente mi héroe, el hombre cuyos pasos quería seguir en la vida fuera como fuera... Lo siento, lo siento, me pongo sentimental. ¿Por dónde íbamos? Ahh ya, mis años en el ejército. Al principio resultó más o menos como cualqueira esperaría ¡me hicieron partirme el culo hasta que quedó con la forma de la bota de mi instructor! Jajaja, la academía militar es un pequeño infierno, especialmente en la capital, pero mirándolo con perspectiva no puedo decir que no me divirtiera, y menudos músculos me dejaron, heh. En cualquier caso, el trabajo real vino después, cuando me gradué, y comencé a ejercer en el cuerpo. Bueno, los primeros dos o tres años no recuerdo tuvieran demasiadas eventualidades, pero luego empezó a desmantelarse la Unión, y... En fin, a todos se nos ordenó hacer cosas durante los últimos años del Régimen, todos nos arrepentimos de algunas de ellas, y desde luego yo no soy la excepción, pero quiero pensar que ese tema ya está zanjado y enterrado.

Cuando por fin se disolvió la URRS, el ejército básicamente quedó patas arriba. La organización se fue al carajo y poco a poco volvió a estructurarse; muchos se marcharon, algunos fueron echados, otros tantos colgados por supuestos crímenes de guerra, y uno que otro comenzó a subir escalafones en la pirámide como por arte de magia... la verdad yo no pertenecí a ninguno de esos grupos, me quedé prácticamente como estaba. Traté de seguir con mi vida, de hacer como si nada hubiera pasado, pero más temprano que tarde me di cuenta de que servir para el ejército ruso no era el camino a convertirme en el gran hombre de honor que yo quería ser. Poco a poco fui perdiendo la motivación... bueno, en realidad empezó cuando mi padre se decepcionó conmigo por aferrarme a esa vida aun cuando, y cito textualmente, "todo por lo que habíamos luchado había terminado siendo una gran mentira". Sí, definitivamente ese fue el comienzo de mi debacle, de mi cambio... a mejor, claro, ¡que esto es mi currículum, no una novela trágica! Aunque debo admitir que pasé por una época bastante oscura, sin trabajo, sin estudios avanzados, sin experiencia profesional fuera del terreno militar y con mi sentido de la moral tambaleándose por ver a mi héroe cuestionando todo lo que él mismo me había inculcado desde que era un crío. No tenía la más mínima idea de a dónde iba a parar, mucho menos a dónde quería ir, pero al final fue la escasez de dinero lo que me obligó a apresurar una decisión - no se puede discutir con el hambre -.

Como dije, mi única experiencia laboral había sido en el ejército, ¿no? Pues tuve que sacarle rendimiento de una u otra manera... comencé una carrera como mercenario. Dado que estoy dejando esto por escrito, y para cubrirme las espaldas, vamos a decir que era de los mercenarios legales, ejem, ejem. Ahora mismo deben pensar que se me había ido la cabeza, y la verdad, ¡así fue! Ese trabajo es un maldito desmadre, casi tan peligroso como ser luchador de caimanes profesional - eso existe, ¿verdad? -, pero ¿saben qué? También resultó ser divertidísimo, no creo haberme divertido en toda mi vida como me divertí en esos años, y encima se me daba bien. En poco más de un año logré hacerme mi propio nombre entre los del gremio, y pronto me llovían los trabajos, trabajos sobre los cuales no entraré en detalles por si acaso, pero sólo diré que no eran precisamente sencillos, cosa que me encantaba, y que pagaban muy, muy bien. Era consciente de que esa vida prometía ser bastante corta, pero no me importaba demasiado, era joven y estúpido, apenas treinta años, o treinta y pocos, y encima me había estado distanciando de mi familia desde que dejé el ejército, no podía decir que tuviera nadie por quien cuidarme. Claro, hasta que conocí a la que ahora es mi mujer, y menuda mujer, toda una hembra del norte, recia como cabra siberiana... ehem, pierdo el hilo.

El asunto es que conocí a mi mujer por aquella época, y si bien no me hizo dejar el trabajo de locos aquel de la noche a la mañana, fue plantando en mi cabeza la idea de buscar una profesión algo más segura, aunque no fuera tan emocionante. El punto de inflexión fue cuando nació nuestra pequeña, Helenita; tan pronto la vi en los brazos de mi señora, con su carita arrugada, sus mofletes inchados y sus ojitos grandes y brillantes, supe que no podía continuar jugándome el pellejo todos los días desde que salía el sol hasta que se ponía. De nuevo sufrí un período de escasez económica, sin poder postular a ningún empleo respetable, pero eventualmente conseguí un trabajo con el gobierno ruso. Sí, con el mismísimo, yo tampoco podía creerlo al principio, pero al parecer habían escuchado de mis "hazañas" como mercenario - y quien dice escuchar dice que tenían un expediente criminal abierto... tal vez - y consideraron que podía serles útil para su... emm, cómo decirlo... "División Especial". Cuanto menos explique sobre esto mejor, tan sólo escribiendo estas líneas tengo la pesada sensación de estar cometiendo alta traición, revelando secretos de Estado o qué se yo. Lo importante era que se parecía lo suficiente a mi antiguo trabajo para mantenerme satisfecho con mi carrera y mis logros, pero a diferencia de este sí disponía de cobertura legal, algo de seguridad y la certeza de que incluso si me ocurría algo malo ahí afuera los chicos del gobierno se encargarían de proveer para mi familia.

Me mantuve en ese puesto cosa de diez años, disfrutando de la acción y sabiendo que ayudaba a mi familia, la familia que ya había tomado forma como es debido. Por aquel entonces tuvimos a mi campeón, Aleksander, así que difícilmente podía estar más feliz. Pero llegó el nuevo milenio, y con él el boom mediático de los Ghouls y la guerra entre la humanidad y estos terribles depredadores sanguinarios, o al menos así nos lo vendían. Al principio no quise hacerle demasiado caso, aunque admito que me preocupaba un poco... fue en el 2004 que mis jefes me hicieron la gran propuesta: estaban armando una división especializada para combatir la nueva amenaza, y querían destinar a sus mejores hombres allí, incluyéndome claro, aunque no suene muy modesto que digamos. Acepté un poco por curiosidad y un poco por sentimiento de obligación moral, pero me quedé por la emoción del reto. Las primeras misiones, los primeros contactos, fueron... vaya, ha pasado una década y sigo sin tener palabras para describirlos, pero basta decir que tengo una buena colección de imágenes sobre estos que jamás podré borrar de mi memoria. Después le "agarramos el truco", y las misiones comenzaron a ser más tranquilas, más limpias y eficientes, aunque no por ello fáciles. Tengo muchísimas anécdotas de esos años, pero creo que la más espectacular fue la batalla contra el Ghoul apodado "Crab". Estaba clasificado como un Rango A, así que cuando por fin lograron acorralarle en su escondite, me mandaron a mí y a un pelotón de casi treinta más. Ahora mismo, sólo cuatro hombres podemos contar la historia de lo que sucedió aquel día, si ustedes me entienden. La batalla fue cruenta como ninguna en la que hubiera participado, los cuerpos de mis compañeros volaban por todas partes, hechos pedazos, y nuestras esperanzas de salir de allí victoriosos eran más escasas a cada segundo que transcurría... El principal problema fue que entramos sin tener toda la información necesario sobre nuestro enemigo. Verán, ustedes en Japón llaman a los Ghouls que se vuelven más fuertes a base de alimentarse de otros de su especie Kakujas, o Kakujyas, o algo así, ¿cierto? Pues bueno, nosotros en la División Rusa los llamamos "Reyes", porque consiguen su poder sentándose sobre un trono de muertos - los ideales comunistas siguen bastante arraigados en nuestra cultura, saben -. Pero por muy poderoso que sea un rey, nunca es invencible... cualquier hombre puede derrocar a un rey, si ese hombre tiene la suficiente voluntad en sus ojos y en sus puños... aquel día, yo fui ese hombre, claro que sólo le asesté el último golpe, así que en realidad el mérito fue de todo el equipo. Después de la misión, los altos cargos renombraron al Ghoul como "King Crab", y a mí me apodaron "Destructor de Reyes", que suena un poco pretencioso, pero debo admitir que en el fondo me gusta, algo tiene cuando lo dices.

En fin, creo que a grandes rasgos ya les he resumido toda mi vida....¡Ah, claro, claro! Todavía no les digo por qué solicito el cambio. Pues verán, en realidad es un motivo muy simple... mi hija ha conseguido una plaza para estudiar en una prestigiosa universidad de Tokyo, y claro, planeaba mudarse los años que dure la carrera, así que considero que es mi obligación como padre responsable seguirla a donde vaya y vigilar que esté bien. Mi mujer dice que soy un poco sobreprotector, pero yo sé que es necesario, ¿qué pasaría si un Ghoul atacara a mi pobre niña mientras está sola en un país extranjero? O peor aún, ¿qué pasaría si se echara novio? ¡No, no, no! No puedo permitirlo, tengo que estar ahí para cuidarla, bien de cerca.

Bueno, ahora sí, eso es todo. Espero acepten mi solicitud de transferencia, no necesito ninguna posición de autoridad, de hecho prefiero la libertad de los rangos intermedios, esa clase de trabajo me pega más.

Atentamente,


Ivan Drago
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Mensaje por Sotonami Dom Jun 26, 2016 7:44 pm

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